Wednesday, April 20, 2011

El Salvador Blog & Press Release // Blog Del Salvador y Artículo Prensa

Acting Workshop in El Salvador

The acting workshop hosted 11-15 April in San Salvador, El Salvador, by ESCENICA and Escena X, was a great experience!! We would love to thank both organizations for their hospitality, sincerity, and the wonderful disposition of their actors and students.

LLECA's Mick Sarria was much appreciated for his fresh focus and intensive posthuman training method. Assisting professor Xavier Espinoza of the Nicaraguan National Theater School, he spent a good week in El Salvador's capital where the maras and the civil war are still painful and silenced subjects of conversation. Again violence proved to be the common idiom of corporeal communication. Upon arriving in San Salvador by bus Saturday afternoon Xavier and Mick found themselves passing by a bus that had just been taken under fire by the mara. Their bus, however, led them to one of San Salvador's 'safe zones' - a zone they did not leave for the duration of the stay. Impacted by the historical similarities of the civil war period, Mick was taken by surprise by these social differences between the two brother countries that in the end live very different outcomes of a similar conflict.

This time, instead of focussing on creating free spaces, as in Nicaraguan prison, Sarria focussed on creating safe spaces. Participating actors and students of the ESCENICA theater program were pushed to find their physical limits and trauma's by encountering their inner animal. Mick uses this methodology - part of his posthuman theater training - to bring out the emotional intensity of the actors when on stage; a true connection with oneself is the starting point for impacting others. Sincerity is the key that can give way to intensity. The actors were allowed to loose themselves in their animal in order to learn how to control their emotions and re-play (not re-live) emotions on stage. The safe spaces the actors were able to create enabled them to talk freely about traumatizing experiences otherwise left untouched, memories of experiences that were sometimes uncanningly horrific.

We will definetly be revisiting El Salvador, most probably in November 2011 - and will keep you posted! The participants and organizers have become a part of our network and future collaboration is a fact!

LLECA will be co-producing a contemporization of Albert Camus's novel "The Stranger" that is planned to celebrate its opening night in El Salvador.

Embedded in the title is a Salvadoran press-released article about the workshop!

Love, LLECA

Monday, April 4, 2011

Reflexiones para los Dramas // Reflections for Dramas

Reflexiones para los Dramas
  • “La tierra no conoce los caminos por los que a diario anda.Y más bien esos caminos son la conciencia de la tierra”. Alfonso Cortés

Foto: LA PRENSA/ Cortesia

Por Mick Sarria

Cuando el alma del público ha reventado, se ha expandido en manifestaciones sensoriales y emotivas, es señal de que el actor como fin preciso y síntesis dramática ha convertido el espacio de creación en un circulo rítmico y caótico del cosmo.

Muchas veces como actores nos enfrentamos al eterno conflicto entre técnica y necesidad emocional. ¿Cómo tocar la esencia y el contenido de la memoria colectiva? ¿Cómo aprender a ser constructores del ahora escénico? Debemos, como actores, escuchar la voz de nuestro cuerpo, escuchar la historia de nuestro cuerpo. Escuchar de dónde viene y hacia dónde quiere ir el impulso que nace de algún rincón de nuestro ser, el cual se dispone a dar un recorrido por el espacio de creación.

¿Por qué este impulso da este recorrido, este movimiento por el espacio? ¿Qué ha sucedido, qué nos ha sucedido, qué nos cuenta nuestra memoria afectiva? ¿Qué rincón de nuestro cuerpo “recuerda” un abuso, una injusticia, o una profunda alegría que nuestra memoria mental aún no termina de reconocer o registrar? Son estos “recuerdos corporales” los que nos dan el motivo para hacer de este impulso una interpretación en el espacio de creación.

Aparece el momento de encontrarnos con nuestra historia corporal, de encontrarnos con la conciencia de nuestra naturaleza, con el espacio y con la sinceridad de actuar. Un actor es sincero cuando decide expandir su “intensidad íntima” convirtiéndola en una caótica forma de construir conocimiento entre él y el espectador. El resultado: una actuación sincera.

El actor debe despejarse de saturaciones morales ya que esto es sinónimo de ceguera y sordera. La saturación moral estanca la sensibilidad sensorial del actor, le quita oxígeno a la necesidad emocional. En vez de presentar un personaje más, siendo ya un actor en la sociedad, el actor debería presentar un “ser”. Para eso no hay necesidad de aprender a actuar, sino aprender a “ser”.

Es necesario que el actor y el “vacío” se encuentren, se enfrenten. Es en este punto donde el actor debe construir la verdadera armonía entre técnica y necesidad emocional. Dado este encuentro la sensibilidad sensorial y emocional del actor se hace evidente en su fuerza oculta, baja o alta, pero ambas con intensidad. Esto lo llevará a la construcción de un efecto estético único. Por ende el recorrido del actor por el espacio de creación debe ser diseñado y reflexionado, él debe hacer un trabajo de asimilación tomando como referente una unidad a seguir que puede expandirse o minimizarse, contrastarse o repetirse pero jamás saldrá de la armonía y el equilibrio de la acción creativa y escénica.

Antes de llegar al texto la dramaturgia ya existía. Para poder construir una dramaturgia del cuerpo el actor debe aprender a sentir las imágenes, ver el ruido y el sonido, escuchar lo que lo envuelve, dándole una interpretación y énfasis con su cuerpo ya que es el cuerpo del actor el mayor resonador del espectáculo. Además, el trabajo del actor debe ir más allá de límites políticos y geográficos ya que antropológicamente el trabajo del actor puede reencontrar en este contexto del humano moderno, elementos espirituales olvidados de mundos ancestrales.

La esencia del ser del teatro es el actor, él le da vida junto con el personaje a la escena misma. El personaje dramático es un personaje vivo, vivo en la carne del actor. Un actor que sin dejar de ser él, se convierte en otro, que desde el escenario conmueve al espectador. La actuación es como un viento de violines, de dolores, de amores, de risas o llantos, que toca la sensibilidad emotiva del espectador, pero que sobre todo lo hace pensar, reaccionar. No hagamos un teatro vestido de luces y decorados bonitos, no despreciemos al público con jarabes escénicos. Levantemos la bandera del Teatro desde la isla de la fantasía, desde la magia en llama encendida, unamos fantasía a magia para imaginar, para crear, para proponer que el hombre se puede reconstruir, que existe otra forma de ver el mundo y la vida, que aún nos queda la esperanza.

El actor no es un monumento expuesto para la diversión estéril de memorias públicas.

El actor no es un personaje gracioso que dicta discursos complacientes.

El actor es desde su dramaturgia, desde su partitura de acciones, el constructor del ahora escénico.